HISTORIAS ESCOCESAS

UN NEGRO COMIENZO NO AUGURA SINO UN NEGRO FINAL

martes, 1 de noviembre de 2011

1. La Paz

Castell Douglas
4 de Noviembre, 1630 

 -¿Entonces aceptas?
El rey Eduardo de Escocia sabía que debía de entregar a su hija en matrimonio para conseguir la paz entre los dos países, pero le costaba mucho tomar una decisión tan importante. Cuando sus vigías avistaron que la figura del rey John se acercaba hacia su posición, no pudo evitar estremecerse. No sabía el motivo de su llegada, pero sí sabía que debían de ser noticias importantes, ya que raras veces se veía al rey de Inglaterra salir de su querido país. Al ver la bandera blanca que ondeaban los guerreros ingleses, no pudo sino preguntarse el motivo de la llegada a Castell Douglas. Había pensado todo tipo de cosas, pero no estaba preparado para recibir el verdadero motivo.
Después de la trágica muerte de su querida mujer Elyne, lo único que le quedaba era su joven hija Anne. Pero sabía que si no aceptaba la oferta del rey John, Escocia se vería abarrotada de ingleses sedientos de sangre. Era una decisión importante. Escocia necesitaba el apoyo de Inglaterra, sino se hundiría en la miseria, ya que, a pesar de que Eduardo tenía guerreros mejor cualificados, las tropas del rey John les duplicaban en número y no quería arriesgarse a perder todo por lo que habían luchado sus antepasados.
 -¿Y quién decías que era ese tal Duncan? -Preguntó Eduardo.
El rey John, desesperado por la espera, bebió de un sorbo todo el vino que le quedaba en su copa de plata.
 -Duncan London, conde de Brushwell. Será mejor para todos si casas a tu hija con London. Es un gran guerrero a pesar de su corta edad-. Dijo mientras hacía un gesto a una de las criadas para que le sirviera más vino. Eduardo había oído las historias de que John no sabía ocultar sus pensamientos lascivos hacia las muchachas, pero le sorprendió la mirada que dirigió este hacia los voluptuosos pechos de la joven mientras llenaba de nuevo hasta el borde su copa de vino-. Pero seguirá atendiendo mis órdenes, no quiero prescindir de mi mejor guerrero en mis futuras batallas.
Dicho esto, se quedó observando a la doncella y le hizo un gesto con la cabeza. Ella pareció entender su significado y fue a la habitación contigua.
 -Todavía no me has contestado, Eduardo de Bruce. ¿Quieres la paz o no?
Tras momentos incómodos de espera, Eduardo decidió lo que creía mejor para su gente y para Escocia.
 -Acepto el trato -Dijo de mala gana-. ¿Cuándo se celebrará la boda?
 -Dentro de diez días si os parece -Eduardo asintió-. Bien. Ahora si me disculpas tengo a una muchacha esperándome. Que os vaya bien el viaje, de Bruce.
Sin decir una palabra, Eduardo asintió una vez más y salió de la habitación. No sabía cómo se iba a tomar la noticia su querida hija.

No hay comentarios:

Publicar un comentario